29.7.14

Opinión: "El artículo ciento cincuenta y cinco de la Constitución"

Autor. Germán Reguillo Simón
Aquella noche del catorce de abril del año mil novecientos treinta y uno, el coronel Francesc Macià proclamó, desde el balcón de la Generalidad, en Barcelona la República Federada Catalana, aprovechando el desconcierto de los primeros momentos del cambio de régimen, a espaldas del Gobierno Provisional, y con el único título de vencedor de unas elecciones municipales sin mayoría absoluta. Emisarios llegados de Madrid con toda urgencia, le convencieron para que no siguiera adelante en sus proyectos secesionistas y llegaron a un acuerdo para restablecer la histórica institución de la Generalidad y otorgar un Estatuto, una vez aprobada la nueva Constitución.

No habían transcurrido apenas tres años y medio, y con el pretexto de que la victoria electoral de la CEDA pondría fin a las libertades catalanas, el presidente Companys proclamó, a las ocho y diez de la tarde, el Estat Catalá, dentro de la República Federal Española. Esta vez no valieron las negociaciones y el general de división Batet, por orden del presidente del Gobierno republicano don Alejandro Lerroux, sometió al sedicioso Companys. A la una y media de la madrugada la rebelión contra el Gobierno de la República estaba sofocada. El precio de aquella insensatez fueron cuarenta y seis personas muertas entre civiles y militares. El Gobierno suprimió la Generalidad y nombró a un Gobernador General.

En ambos casos la intentona separatista aprovechó de unas circunstancias excepcionales nada propicias para el juego regular democrático. La misma excepcionalidad vuelve a reproducirse hoy con la grave crisis económica que padecemos. El presidente Rajoy tiene que utilizar su conocida flema británica y una paciencia infinita para tratar de encauzar el problema separatista, lo que le vale algunas críticas, incluso dentro del Partido Popular, hasta llegar al extremo de la separación de un grupo de militantes muy cualificados (Vidal Cuadras entre ellos) que llegan a formar un nuevo partido al que llaman VOX.

Dentro de unos días se entrevistarán don Arturo Mas y el presidente Rajoy. No tengo grandes esperanzas en medio de tanta radicalidad. En último extremo, es bueno recordar que la Constitución en Cataluña se aprobó con el voto favorable del 90, 46 % de los catalanes, altísimo porcentaje que solamente Andalucía, Canarias y Murcia superaron. Y como decían los clásicos, PACTA SUNT SERVANDA. Los contratos tienen que ser cumplidos. No es de recibo que el capricho minoritario de unos grupos radicales intente saltarse a la torera el texto constitucional. Si quieren separarse de España la hoja de ruta la tienen clara: la misma ruta que utilizó Ibarreche en su intentona separatista. La última palabra la tendremos todos los españoles.

Si a pesar de todo, prevaleciera la opción Companys sobre la del coronel Macia, el Estado en primera providencia se vería en la necesidad de aplicar el artículo ciento cincuenta y cinco de la Constitución. Más claro, forzaría a la Generalidad, por las buenas o por las malas para que aceptase las reglas del juego constitucional. Según algunas filtraciones periodísticas bien informadas (“El confidencial digital”) el Estado tendría previsto, en primer lugar, tomar el mando directo de los mossos d`esquadra, la policía autonómica, y recuperar también las competencias en educación. A partir de ahí, la misma Constitución también tiene previstas otras medidas. Todo dependería hasta donde puede llegar la locura colectiva de algunos.

Germán Reguillo Simón.- Doctor en Derecho

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