23.3.16

Falange Española de las JONS sobre el atentado en Bruselas

Noberto Picó/FE-JONS

Abrir las puertas, sin control, es facilitar el trabajo a los terroristas islámicos.


Cualquiera que conserve una brizna de sensibilidad –apenas la justa para seguir considerándose un ser humano- se habrá conmovido con las imágenes de los refugiados sirios pasando penalidades en su intento de alcanzar la tierra prometida de Alemania.

 Quienquiera que aún no haya completado el proceso de bestialización al que nos conduce la modernidad y conserve por ello su capacidad de emocionarse, lo habrá hecho ante la imagen del niño muerto en la orilla europea del mundo.

 No puede ser de otro modo para quienes, como al cómico latino, nada humano nos es ajeno. La miseria, la desesperación, el sufrimiento del prójimo nos encoje el corazón y sufrimos viendo sufrir a nuestros hermanos.

 Pero, si es cierto que el corazón tiene razones que la razón no conoce, también lo es que la razón es capaz de amar como acaso no pueda hacerlo el corazón. Así que convi
ene analizar los acontecimientos con la frialdad de que cada uno sea capaz para que el amor no nos ciegue el entendimiento y poder hallar así más eficazmente remedio al dolor que padecen nuestros semejantes.


 Claro que hay que dispensar un trato humanitario a las masas que ahora acampan en Turquía o Grecia. Pero no basta con eso. Lo que hay que hacer es acabar con las causas que provocan que esas masas de desesperados se la jueguen por llegar a la Europa rica.  


Entre esas causas está una guerra en Siria alentada y sufragada por occidente y sus aliados por intereses geoestratégicos. Una guerra que finalmente enfrenta al Gobierno legítimo de Bahsar Al Assad –con todos los peros que se le quieran poner- y al Estado Islámico, versión infernal de un terrorismo coránico armado por los EEUU, como ha denunciado el Arzobispo Sirio Jacques Behnan Hindo.  

Entre esas causas –las que empujan a miles de seres humanos a caminar bajo la lluvia y sobre el barro miles de kilómetros- está la indecente posición de un país miembro de la OTAN –Turquía- que ha actuado como base de aprovisionamiento de armas y combatientes para los terroristas islámicos y que chantajea a Europa con las masas que dejó entrar en su país no por humanidad, sino para que le sirviesen de material de intercambio con la Unión Europea. 

 Y, en tercer lugar, entre esas causas –las que han provocado el éxodo de los últimos meses- está la macabra idea de algunos magnates y especuladores de incorporar al mercado europeo una masa de desesperados que acepten salarios miserables para presionar a la baja los costes laborales y maximizar así el beneficio de las compañías. Se trata de deslocalizar a los trabajadores y no a las empresas. Las empresas permanecen en el primer mundo disfrutando de sus infraestructuras y comodidades, e incorporan trabajadores del tercer mundo que cobren salarios tercermundistas.

 Tras este análisis se comprende que abrir las puertas, sin más, es ceder ante el chantaje de una Turquía que de ningún modo debe formar parte de Europa.

 Abrir las puertas, sin control, es facilitar el trabajo a los terroristas islámicos que trágicamente demostraron ya en Paris de lo que son capaces. 

 Abrir las puertas, sin más, es colaborar con estos modernos tratantes de esclavos para los que la dignidad de las personas es un estorbo a sus apetitos insaciables. 

 Corremos el riesgo a ser malinterpretados, es evidente. Es muy posible que quienes patrimonializan la solidaridad como si fuese suya en exclusiva nos caricaturicen y hablen de nosotros como de bestias insensibles al dolor ajeno. Pero no importa. Lo único que importa es que la verdad se abra paso en esta guerra de mentiras y que dejen de morir hermanos nuestros en el camino a una Arcadia que no existe.

 NORBERTO PICO.

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