7.12.16

Gary Cooper en la película “Solo ante el peligro” (1952)

Luis Andrés Cisneros
En mi último artículo, aproveché el título de esta mítica película del más puro western y, sin ningún género de dudas, una verdadera obra maestra del director Fred Zinnemann, para sacar a cuento una de las realidades más duras y, no por ello, más consuetudinarias a la condición humana.


Recordarán que escribí sobre Dª. Rita Barberá, que había fallecido recientemente por un infarto que se le produjo durante su estancia en Madrid, donde tenía que declarar en la causa abierta contra ella.

Sí ya de por sí, es triste el óbito de un ser humano lo es, todavía más, cuando se produce ante el desamparo y la mayor de las indiferencias por parte de los que, hasta ese momento y durante años, han sido tu cohorte de admiradores y pelotas de turno.

Ya hay un proverbio español que reza: “Dios me libre de mis amigos, que de mis enemigos me libro yo”. Pero no se preocupen, no ha sido éste el único caso que se ha producido en España, ha habido, y habrá, infinidad de situaciones similares.

Mientras escribía mi primera parte de esta serie de dos artículos, me vino a la memoria otra imagen de un hecho similar, salvo que, afortunadamente, el protagonista del mismo aún sigue entre nosotros. Me estoy refiriendo a Carlos Fabra Carreras. Prácticamente desde su inicio en política, allá por el año 1977, Carlos Fabra empezó a notar a su alrededor cómo la gente le apoyaba y cómo le empezaron a “crecer”, de manera exponencial, los “amigos”. También le ayudó a ella su cargo como Secretario General de la Cámara de Comercio.

Después una carrera plagada de éxitos individuales, concejal en el Ayuntamiento de Castellón, en 1995 y hasta su renuncia en 2011, Presidente de la Diputación Provincial y varios cargos más, cada día se bañaba en mareas de “fans”, al más puro estilo de las estrellas del momento.

 No voy a entrar a valorar, lo éxitos (que los ha habido), ni las cosas no tan buenas que ha hecho (que también las hay). Probablemente pesen más las buenas acciones (es evidente que benefició a Castellón y nuestra provincia.)

En el lado negativo, aunque sólo se le ha podido probar un delito, el de defraudar a Hacienda 700.000 Euros, en todo lo demás no se ha podido probar nada, con lo cual tiene que prevalecer la presunción de inocencia.

Pero mi ánimo, al escribir estas líneas es centrarme en el aspecto humano del personaje. Yo recuerdo al Sr. Fabra yendo por la calle en olor de multitudes, rodeado de “palmeros” y “lameculos” o, en algunos casos de ”estómagos agradecidos”, pero “amigos”, ¿cuántos había? Probablemente uno o ninguno.

Está escrito en el libro “El negocio del poder”, de los periodistas Federico Quevedo y Daniel Forcada (Editorial Altera), una frase suya: “Yo no sé la cantidad de gente que habré colocado en doce años; el que gana las elecciones coloca a un montón de gente. Es un voto cautivo”. Por lo menos tuvo el valor de decirlo, los demás lo callan y también lo hacen..

 Mientras que con la Sra. Rita Barberá nunca tuve el placer de verla en persona ni de hablar con ella, no me sucedió lo mismo con el Sr. Fabra, al que conocí en persona, aunque apenas llegué a cruzar cuatro palabras con él. Eso sí, nunca me “colocó”, quizás porque nunca se lo pedí, ni fui con él de comida, cena u otra fiesta parecida.

Pero, de repente, cuando la máquina mediática empezó a cebarse con él, el coro de “palmeros” empezó a esfumarse. Las imágenes de las últimas entradas y salidas de sedes judiciales, completamente en solitario, salvo algún acompañante puntual, son definitorias sobre la vileza humana.

¿Dónde estaban los “estómagos agradecidos”? ¿Dónde estaban todos aquellos que progresaron en el partido gracias a él? ¿Dónde estaban todos los que gritaban “Carlos siempre estaremos contigo”? Se habían ido, no querían que, por salir en una foto con él, se les acabara el “chollo” que el Sr. Fabra les había regalado.

Lo habían dejado Sólo ante el peligro y lo que es peor, todos hubieran hecho lo mismo que San Pedro, negar tres veces que lo conocían. Muchos de los actuales prebostes del PP se lo deben todo, pero lo han olvidado y, si pudieran, se aplicarían una Ley de Memoria Histórica, para borrar sus hechos.

Lo que demuestra, una vez más, que el refranero español es sabio y preciso al hablar sobre los “amigos enemigos””. A lo mejor sería un bonito final de película que todos los “enchufados” renunciaran a sus prebendas y, a fecha de hoy, fueran capaces de brindarle un homenaje al Sr. Carlos Fabra, en señal de agradecimiento. Esto sólo es una entelequia.

Finalizo con lo que no es políticamente correcto decir: ¡¡VIVA ESPAÑA!!

Luís Andrés Cisneros

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