Cuando nos referimos a minorías étnicas en España, englobando a los gitanos entre ellas se suele cometer la injusticia de ignorar que es una minoría española, que cruzaron los Pirineos hace casi 600 años y que llevan entre nosotros desde entonces.
Los gitanos son por tanto socios fundadores de este Estado y cuando Isabel y Fernando reyes de Castilla y Aragón respectivamente, unieron sus reinos a finales del siglo XV, para que la preexistente España tuviera un mismo monarca, la minoría romá ya estaba aquí.
Los más de 600.000 gitanos españoles no son por tanto una minoría, son nuestra minoría, y tras siglos de incomprensión y renuncias la mayoría ha encontrado acomodo en nuestro país, que no sería reconocible sin sus aportaciones lingüísticas, artísticas y culturales de todo tipo.
Haber alargado su condición nómada en mundo que ya se había vuelto sedentario, y por tanto muy celoso de los límites de sus propiedades, les hizo soportar pragmáticas, expulsiones no ejecutadas, decretos y hasta el holocausto nazi.
Hoy felizmente disfrutan de iguales derechos y obligaciones y además cuentan con políticas que tratan cada día de mejorar su formación y reducir el absentismo escolar que, aún se mantiene en niveles inaceptables, y es un escollo fundamental en la integración futura de los actuales niños y niñas de esta etnia.
Los prejuicios y estereotipos que todavía pesan sobre los gitanos y las gitanas españolas, están en vías de extinción pero se necesita aún del esfuerzo mantenido, posiblemente durante décadas, de las administraciones y la sociedad civil para que su histórica segregación sea sólo un mal recuerdo.
El mérito esta ahora en mantener sus señas de identidad propias, originarias al parecer de Punjab, territorio situado entre los actuales Pakistán e India, sin que esas singularidades los aparten del resto ciudadanos. Equilibrio sin duda posible.
http://blogs.periodistadigital.com/miguelbarrachina.php/2006/12/26/p63912#more63912
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