Los 17 kilómetros que separan Jérica de Barracas se han convertido estos días en el punto crítico de las carreteras valencianas. Ayer, los cientos de valencianos que a media mañana aprovecharon para disfrutar de una día en la nieve se toparon con un grave inconveniente: la autovía Mudéjar entre ambas poblaciones era una auténtica pista de hielo que trajo de cabeza a la Guardia Civil de Tráfico de Castellón. «¿Tiene cadenas? Sin ellas no puede continuar», explicaba uno de los agentes de la patrulla encargada de filtrar los vehículos que continuaban adentrándose en la zona crítica. Algunos con intención de avanzar hasta Teruel. Otros, la mayoría, con el objetivo de encontrar una buena cuneta para que los más pequeños de la familia jugaran con la nieve.
A partir de este punto desaparecieron los adelantamientos -el carril izquierdo era más que impracticable- y la caravana de vehículos desfilaba procurando evitar también los remolinos de polvo de nieve en la calzada. Apenas seis kilómetros más adelante, una nueva patrulla de la Guardia Civil invitaba a los conductores a abandonar la vía por la salida de Viver: la carretera estaba cerrada completamente. Ni servían cadenas ni vehículos todoterreno.
El motivo fue la salida de pista de varios turismos que avanzaron por el tramo helado poco antes de las 14 horas, momento en que se cerró de nuevo durante horas mientras se intentaba limpiar la vía. Una llamada al sector de Tráfico de la Guardia Civil de Castellón sirvió para hacerse una idea de la complicada situación: «¡Que del kilómetro 47 no suba nadie!» se podía escuchar al otro lado de la línea, mientras los agentes esperaban a que las quitanieves limpiaran de nuevo la calzada. Entretanto, la A-23 se llenó de coches cruzados o inmovilizados en el arcén a la espera de la ayuda de las brigadas de Emergencia.
El problema también se dio en sentido contrario, donde sí que hubo cierto movimiento gracias a las patrullas de Tráfico, que organizaron convoyes de vehículos que llegaban a Barracas desde Teruel para dirigirlos hacia Sagunto a través del tramo crítico, precedidos de una cuña. Las mismas fuentes no pudieron dar un número de vehículos asistidos, si bien hablaban de que la autovía hacia Valencia «estaba colapsada» en ese punto. A última hora los camiones todavía no podrían cricular por la A-23 ni la N-232.
A partir de este punto desaparecieron los adelantamientos -el carril izquierdo era más que impracticable- y la caravana de vehículos desfilaba procurando evitar también los remolinos de polvo de nieve en la calzada. Apenas seis kilómetros más adelante, una nueva patrulla de la Guardia Civil invitaba a los conductores a abandonar la vía por la salida de Viver: la carretera estaba cerrada completamente. Ni servían cadenas ni vehículos todoterreno.
El motivo fue la salida de pista de varios turismos que avanzaron por el tramo helado poco antes de las 14 horas, momento en que se cerró de nuevo durante horas mientras se intentaba limpiar la vía. Una llamada al sector de Tráfico de la Guardia Civil de Castellón sirvió para hacerse una idea de la complicada situación: «¡Que del kilómetro 47 no suba nadie!» se podía escuchar al otro lado de la línea, mientras los agentes esperaban a que las quitanieves limpiaran de nuevo la calzada. Entretanto, la A-23 se llenó de coches cruzados o inmovilizados en el arcén a la espera de la ayuda de las brigadas de Emergencia.
El problema también se dio en sentido contrario, donde sí que hubo cierto movimiento gracias a las patrullas de Tráfico, que organizaron convoyes de vehículos que llegaban a Barracas desde Teruel para dirigirlos hacia Sagunto a través del tramo crítico, precedidos de una cuña. Las mismas fuentes no pudieron dar un número de vehículos asistidos, si bien hablaban de que la autovía hacia Valencia «estaba colapsada» en ese punto. A última hora los camiones todavía no podrían cricular por la A-23 ni la N-232.
Fuente: Las Provincias de Castellón
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