5.3.10

Terroristas y carroña de la IZQUIERDA SEPARATISTA intentan agredir a la parlamentaria Rosa Díez en Barcelona

Este viernes Rosa Díez ha acudido a la Universidad Autónoma de Barcelona a pronunciar una conferencia. “Una alternativa para Cataluña”, se titulaba, pero no la ha podido dar en libertad. Un grupo de independentistas ha agredido a la conferenciante y a sus acompañantes, les han lanzado botes de pintura roja, han logrado que la alocución no tuviese lugar donde estaba previsto y han seguido boicoteando a Rosa Díez en el aula adonde la habían trasladado para que pudiera hablar.

Quienes estaban allí han sido testigos de la expresión de dos formas de entender la política. Rosa Díez defiende la libertad de los españoles en aspectos en los que los nacionalistas no están dispuestos a transigir, y para ello convoca al público, para que escuche sus razones. Y los independentistas, en fiel interpretación de sus propias ideas, han acudido a la cita para expresarle como mejor saben hacerlo en qué consiste su ideología: censura, coacción, violencia.

Por si todo ello no fuera suficientemente ilustrativo, el acto vandálico es una muestra no sólo de hasta dónde quiere llegar el nacionalismo más militante, sino de qué Cataluña es la que ha logrado el nacionalismo en el poder durante décadas. No estamos sólo ante un boicot andidemocrático, sino ante la última manifestación de una ideología que se plasmó en violencia en la misma universidad ante Alejo Vidal-Quadras, Narcís Serra, José María Aznar o el fenecido Jordi Solé Tura.

Las ideas no delinquen. Pero hay ideas que llaman al delito, o lo justifican. Muchos tienen la pretensión de “limpiar” Cataluña de ciertas manifestaciones de españolidad o de ciertas ideas que no se toleran. Los actos de violencia programada por sus autores y consentida, cuando no alentada, por los responsables de la Universidad, dan la medida de la degradación de una sociedad, parte de la cual ni siquiera se indignará con estos acontecimientos. Ahora bien, hay una parte de la sociedad que prefiere no callarse. Y lo mejor que puede hacer por la libertad y el respeto a sus derechos es ejercerlos en todo momento y convertir en norma lo que otros quieren proscribir. Fuente: factual.es


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