15.8.10

El sacristán: "Una labor no reconocida que mantiene muchas iglesias abiertas"


Si, es cierto que hay mucha juventud católica, muchos grupos de oración, pero no lo suficiente como para conservar el futuro de las iglesias españolas a este rumbo. La realidad es que a lo largo de estos años, desde el II Concilio Ecuménico Vaticano II, el rito tradicional se ha ido perdiendo y decayendo a un ritmo acelerado, por un lado por la errónea interpretación de muchos clérigos sobre el concilio y por otro lado, por la cada vez más descarada conversión de los sacerdotes en funcionarios más que en siervos de Dios, y esa pérdida del seguimiento del evangelio se ve reflejada en el pueblo, pues si los sacerdotes no lo cumplen, no dan ejemplo del Evangelio, los seguidores cada vez se ven más defraudados y dejan de ir a Misa.

La imagen de sacerdotes que se niegan a llevar hábito, porque se avergüenzan del mismo, que poseen dos o más coches y motos de lujo descarado, que en vez de atender a los enfermos se dedican a ir a pastelerías y demás a jactarse de los que pasan necesidad, que viven con lujos y mueven cantidades ingentes de dinero y que han convertido el templo, la iglesia, en un auténtico mercado. ¿Es eso lo que dice el Evangelio?

Esto, el que los sacerdotes crean que pueden hacer lo que les venga en gana, ser puros funcionarios, en lo que aun es peor, no creen en Dios en muchos casos ni ellos mismos, dadas sus actuaciones, y mucho mas, ha llevado a convertir las iglesias españolas en lugares vacios en los que acuden diariamente contados ancianos de muy mayor edad y en la mayoría de casos de sexo femenino. Y lo aún más lamentable es que condenen la falta de juventud en la iglesia, ¿pero cómo va a ir la juventud a la iglesia, si ven que los sacerdotes se jactan de lo que predican?

Con todo esto, fui a parar a Algimia de Alfara, en donde tuve el honor de conocer al sacristán de su Iglesia, D. Eloy Lope Aparici, que ha estado toda su vida al servicio de la Iglesia, una labor que no es reconocida por nadie y que en cambio hace mantener viva la función del templo.

Este buen hombre de setenta años de edad lleva una intensa labor como muchos sacristanes de verdadera vocación en las iglesias españolas, la preparación previa a la liturgia, el toque de las campanas, encender las velas, preparar los utensilios para la consagración, todo esto diariamente lleva una labor intensa que estas personas realizan para que los sacerdotes cuando llegan a las iglesias a celebrar misa, cómodamente se encuentren con todo hecho.

No sabemos qué ocurrirá tampoco cuando ya no haya personas de esta verdadera vocación, sin duda o bien los sacerdotes tendrán más faena o bien tendrán que pagar para que les preparen todas estas labores.

Por ello, el Señor dijo: “no podéis servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” Mateo 6-24

Fuente: perseguirimposublesespropiodelocos.blogspot.com

1 comentario :

Anónimo dijo...

Pues que se haga sacristán el señor que porta a la Mare de Dèu dels Desamparats, parece que vocación no le falta. Sería todo un ejemplo.