Si los sindicatos hubieran tenido un mínimo de olfato o interés sobre el estado de ánimo de la opinión pública, hace años que se habrían movilizado contra el Gobierno. El descontento de la sociedad española con las políticas socialistas no ha surgido espontáneamente en estas semanas, sino que la desafección era ya mayoritaria en el arranque de la Legislatura, cuando las centrales sindicales compartían, e incluso alumbraban, las medidas económicas y sociales del gabinete. Si UGT y Comisiones Obreras se detuvieran mínimamente ahora en los análisis demoscópicos, entenderían también que los españoles no secundan la convocatoria de huelga general del 29-S y muestran un desapego mayoritario a lo que representan los dos sindicatos mayoritarios.
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