El periodo más fructífero en cuanto a anécdotas de nuestro parlamentarismo se encuentra sin duda alguna en las Cortes de Cádiz y los siguientes años a la expulsión de los franceses de España, hasta que al rey le dio por volverse por sus fueros absolutistas. Una de las anécdotas de aquel hemiciclo, fue el símil utilizado por un diputado liberal para explicar la falta de interés en dañar al contrario. Contaba que una vez un barbero del barrio del Pópulo (un precioso barrio gaditano) le iba a extraer un colmillo picado a un paisano. Cuando este iba a tirar del colmillo, el paisano le agarró de los testículos y le preguntó con mucha sorna: pisha, ¿a que no nos vamos a hacer daño? Lo mismo ha ocurrido esta pasada huelga general, en la que los sindicatos convocantes no querían hacer mucha pupita a sus compañeros socialistas en el gobierno y viceversa. Parecía que la huelga iba más contra Esperanza Aguirre que contra Zapatero. Y este nada más terminar la huelga ha corrido para que se sepa que en los próximos Presupuestos Generales del Estado los sindicatos volverán a recibir 20,6 millones de euros. O lo que es lo mismo y para que todo el mundo nos entienda, cero euros de reducción en unos presupuestos donde se reducían todas las partidas. Todas menos las de los sindicatos mayoritarios claro.
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