Querido lector:
Los papeles de la Guerra Civil que anidaban en los sótanos del edificio de la avenida del Mar que alberga el único estamento militar que queda en Castellón, fueron en su día trasladados a Madrid, al Ministerio de Defensa en un camión de mudanzas con el unico testigo de un fotógrafo de Mediterráneo.
Esas fotografías que para muchos pasarán a la posteridad como testimonio de un auténtico expolio, ante la sospecha de que nunca volverían, dieron fe de la intención del Gobierno de digitalizar esos documentos históricos para su clasificación, estudio y acceso de investigadores o cuirosos, labor que ya se ha realizado tras casi dos años.
Es hora, por tanto, de su vuelta a su lugar de origen y de corregir la reticencia de esos que digo consideraron un expolio su salida. Si no vuelven, sí lo será por mucho que regresen en forma de copias o de lo que sea. Y lo será porque la ciudadanía, representada por la mayoría de la clase política, el mundo universitario e intelectural y diferentes organizaciones cívicas han manifestado su interés en que esos papeles históricos residan aquí para su conservación, exposición y consulta.
Y no vale como excusa el que no haya un lugar adecuado para ellos, que sí los hay o existe el compromiso político de que se crearía, ni vale como argumento el hecho de que se pueden consultar a través de la red o de copias --a pesar de que como hemos comprobado desde Mediterráneo se trata de un acceso muy limitado-- ni vale que se diga que están mejor o peor custodiados.
Se trata de otra cosa y parece mentira que el Gobierno no lo entienda. Es una cuestión que trasciende cualquier debate o discusión. Se trata de un sentimiento patrimonial como pueblo, que se tiene o no se tiene. Y en este caso, se tiene.
Los papeles de la Guerra Civil que anidaban en los sótanos del edificio de la avenida del Mar que alberga el único estamento militar que queda en Castellón, fueron en su día trasladados a Madrid, al Ministerio de Defensa en un camión de mudanzas con el unico testigo de un fotógrafo de Mediterráneo.
Esas fotografías que para muchos pasarán a la posteridad como testimonio de un auténtico expolio, ante la sospecha de que nunca volverían, dieron fe de la intención del Gobierno de digitalizar esos documentos históricos para su clasificación, estudio y acceso de investigadores o cuirosos, labor que ya se ha realizado tras casi dos años.
Es hora, por tanto, de su vuelta a su lugar de origen y de corregir la reticencia de esos que digo consideraron un expolio su salida. Si no vuelven, sí lo será por mucho que regresen en forma de copias o de lo que sea. Y lo será porque la ciudadanía, representada por la mayoría de la clase política, el mundo universitario e intelectural y diferentes organizaciones cívicas han manifestado su interés en que esos papeles históricos residan aquí para su conservación, exposición y consulta.
Y no vale como excusa el que no haya un lugar adecuado para ellos, que sí los hay o existe el compromiso político de que se crearía, ni vale como argumento el hecho de que se pueden consultar a través de la red o de copias --a pesar de que como hemos comprobado desde Mediterráneo se trata de un acceso muy limitado-- ni vale que se diga que están mejor o peor custodiados.
Se trata de otra cosa y parece mentira que el Gobierno no lo entienda. Es una cuestión que trasciende cualquier debate o discusión. Se trata de un sentimiento patrimonial como pueblo, que se tiene o no se tiene. Y en este caso, se tiene.
Fuente: El Periódico Mediterráneo
Foto: Momento del traslado de toda la documentación castrense.Foto: G. U.
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