25.3.11

Barrachina opina en su blog "ELOGIO DEL AHORRO"

España sufre un grave problema endeudamiento, público y privado, que nos ha convertido en mendigos internacionales de crédito, da igual que sean democracias o dictaduras, europeos o asiáticos, a cualquier país se le implora que nos preste parte del 528 millones de euros que diariamente, incluidos sábados, domingos y festivos, necesitamos para acabar la jornada.

En esta situación, de ahogo financiero, no se entiende que el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, el único al que se le atribuían probados conocimientos en la materia, pidiera \"rebajar la tasa de ahorro” de las familias.

La citada afirmación la hizo curiosamente el señor Campa durante la presentación del libro el \"Ahorro Familiar en España\", elaborado por la Fundación de Estudios Financieros –FEF-, y que recoge magníficamente, en una compilación de diecinueve estudios, una posición radicalmente contraria a la expresada por el Secretario de Estado.

De hecho la primera de las diez conclusiones de la referida publicación de la FEF, dice que “el ahorro interno se perfila como un elemento clave para la economía española en los próximos años, de mejora de competitividad, el motor de la regeneración económica”.

Exactamente así es. Si hubiésemos tenido un elevado ahorro interno de familias y empresas, en lugar del sobreendeudamiento conocido, aunque el gobierno de Rodríguez Zapatero hubiese mantenido su comportamiento derrochador nos habríamos evitado la imagen de nación genuflexa ante cualquiera que nos muestre un euro.
La solución a la actual crisis de deuda es bien fácil. Para todas las administraciones, el gobierno central, que acumula más del 75% del total de la deuda pública nacional, debe restituir la por él derogada ley de estabilidad presupuestaria para evitar la actual voracidad crediticia.

Y para los particulares, debe aprovecharse que la actual incertidumbre, la caída en los precios de la vivienda –en la que se invierte el 80% del ahorro familiar-, y el miedo a la ausencia de pensiones futuras, han hecho elevar los depósitos, para transformar esta decisión coyuntural en algo estructural, permanente.

Para ello, desde el gobierno, en lugar de penalizarse fiscalmente el ahorro debe estimularse, ha de hacerse pedagogía de las bondades del ahorro, reconociendo lo obvio; comprar a préstamo es siempre más caro, aunque en ocasiones sea inevitable, y dando más seguridad a la inversión, velando porque los depósitos bancarios estén correctamente garantizados y que las inversiones en nuevos productos financieros gocen de la transparencia que haría evitable la ruina de particulares en filatelias, nuevas rumasas, etc.

También a las entidades financieras corresponde hacer del ahorro familiar una opción razonable y permanente y no utilizarla solamente para satisfacer sus puntuales necesidades de liquidez, otro gallo les habría cantado a muchas cajas de haberlo hecho antes.

En fin, todo tal y como lo dice el señor Campa pero al revés.

Miguel Barrachina (Diputado Nacional PP)

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