El vendedor de Rastro, históricamente ha expuesto sus artículos directamente sobre el suelo, así se puede obervar en los diferentes rastros de nuestra Comunidad Valenciana, también en Segorbe, Villareal, Elche, etc. Y es que en los antiguos rastros, convivían entre el barullo y la promiscuidad; "rústicos, zascandiles y volantineros" en lo que para las autoridades no era mas que un coto de caza en donde desembocaba el rastro de sus fechorías, de ahí viene la leyenda de que lo que se vende en el rastro, es la mayaría robado, conste "ahora" que tan sólo es leyenda...
Entre la necesidad y el analfabetismo han navegado siempre los rastros, de ahí su mala reputación. Hoy sin embargo han cambiado los tiempos y quienes montan El Rastro Segorbino, pues hay de todo, nos referimos a la importa de vender auténticos trastos inservibles o servibles (claro está) de los cuales nos queremos deshacer, unos por quitarlos nos de encima y otros, quizás por necesidad, haberlos hay los... conste.
Necesidad obliga...
¿Quién de pequeño quería ser chatarrero cuando fuera mayor? Nadie; sin embargo, la vida da muchas vueltas, y todos aquellos prejuicios al respecto con los que hemos ido creciendo, se vuelven contra uno y la única manera de salir adelante es haciendo frente a la verdad, pues "necesidad obliga", unos por falta de dinero y otros para prepararnos para la vida, si..., el rastro es vida, es mundología, es trato, es intercambio, quien no lo ha probado, nunca saboreará estas palabras, es volver a la edad media.
Allí están los segundos domingos de mes y los cuartos, cuando el resto de ciudadanos están de fiesta, cuando el resto del mundo que dispone de tiempo libre, lo emplea en lo que quiere, entre paseos, intercambios, compras y ventas, siempre a un módico precio, puede comprar algo necesario para su casa, su chaletito, o ¿quien sabe...? En el suelo está la respuesta.
Redacción/El Informal Segorbino
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