La vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.
Con estas palabras de Albert Einstein dio comienzo la velada del último viernes de junio, a la que se sumaron alrededor de veinte personas que no quisieron sentarse a ver lo que pasa y que con su presencia quisieron dar testimonio por la defensa de la vida de los más débiles, que siguen siendo sometidos a un genocidio silencioso y silenciado, que será recordado con vergüenza y horror en un futuro que quisiéramos próximo, en el que, sin duda, el aborto será abolido, igual que fue abolida la esclavitud.
Se leyó el manifiesto por la Vida. El mismo que venimos leyendo una y otra vez desde que que se legalizó el crimen del aborto (“Aborto legal, Estado criminal”), porque por desgracia nada ha cambiado y, para mayor escarnio, con el voto de muchos providas lo único que se ha conseguido es cambiar de verdugo. 
Luego se hizo el silencio durante cinco minutos, un silencio ensordecedor, en homenaje y recuerdo a los que mueren en silencio en el vientre de sus madres. Para finalizar nos unimos en oración, pidiendo al Señor de la Vida, nuestro Padre Dios Todopoderoso, que nos enseñe a ver los demás a través de los ojos de Cristo, para poder venerar, preservar y sostener el don de la vida en cada persona, idenpendientemente de su edad, raza, color o credo.
Como colofón, se depositaron las velas que portaban los asistentes, al pie de la Cruz a las Víctimas de la Violencia, como ofrenda a Aquél que venció a la muerte.
Si el próximo viernes 26 de julio no quieres quedarte sentado a ver lo que pasa, estaremos encantandos de tenerte con nosostros. La indiferencia nos hace cómplices.
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