Mª José, Presentación, Rosario, Natividad y Ana son las 5 hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación
que viven y dan la vida en el Hospital Provincial de Castellón. Ellas
allí realizan una labor sencilla, silenciosa y de una enorme grandeza.
No tienen horario ni vacaciones: son monjas las 24 horas del día los 365
días del año y este es el tiempo que están disponibles en el Hospital.
Llevan en Castellón desde 1859, cuando
el ayuntamiento, conociendo su labor con los enfermos en otros lugares,
les pidió que vinieran al hospital. Junto a la atención técnica vieron
que era muy importante también el cuidar a los enfermos espiritualmente y
tener una presencia consoladora. La propia fundadora de la
congregación, santa María Rosa Mola, fue quien inició la labor en el
provincial. La hermana Soledad Obregón es la superiora provincial de las
religiosas de Ntra. Sra. de la Consolación:
¿Desde cuándo llevan las hermanas de la Consolación en el hospital provincial y en Castellón?
Desde el 23 de agosto de 1859 las trajo
el ayuntamiento que pidió que hubiera religiosas en el hospital. Fue la
propia fundadora la que inició los trámites para estar en el hospital de
Castellón, Santa María Rosa Molás.
Inicialmente el hospital estaba ubicado
en otro lugar, pero al no cumplía los requisitos necesarios se construyó
el actual hospital. Nuestra fundadora trabajó mucho para que el
hospital tuviera una condiciones dignas y su gran contribución fue
reconocida en el centenario de la construcción del hospital. Hay un
cuadro en la sala de juntas del Hospital en el que se puede observar una
imagen de Santa María Rosa Molas con el hospital representado en su
vientre. Para nosotras este hospital es muy importante porque es propio
de nuestro tiempo fundacional, nació de nuestra propia fundadora.
Refleja sus criterios, sus opciones, sus prioridades…
Llegamos aquí, no para cubrir
necesidades laborales, sino para enriquecer con nuestra presencia
humanizadora y evangelizadora la labor del hospital.
¿Cuál es la labor que realizan las hermanas en el hospital?
¿Qué somos las hermanas de la
consolación en el hospital? Presencia de Dios que consuela. Lo
importante no es lo que hacemos sino lo que somos para ellos: ese
instrumento de misericordia y consolación.
Actualmente hay 5 hermanas, todas ellas
en activo aunque solo una con contrato laboral, por motivos ajenos a
nuestra voluntad y estamos esperando la actualización del convenio.
Hay una hermana que es enfermera y está
en el centro de día de oncología. Otra de ellas se encarga de la
capilla, la abre a las 7.00h de la mañana para que cualquier persona
pueda acercarse: trabajadores antes de empezar su jornada, familiares,
enfermos,.. Posibilita un espacio de consuelo.
Hay otra hermana que está en salud
mental de enfermos crónicos como voluntaria, con una dedicación
incondicional, gran humanidad y creatividad. Ella tiene mucha
experiencia en en este ámbito y es una presencial entrañable para ellos,
punto de referencia también para médicos, trabajadores y enfermos. Con
este tipo de enfermos es importante tenerlos entretenidos y les hace
muchos talleres. En Navidad, por ejemplo, hicieron un belén viviente con
los enfermos mentales y en Magdalena buscaron un grupo de baile
folclórico. Siempre intentamos, a través de gestos sencillos, aliviar el
dolor, ser ese “oleo del consuelo” del que habla el Papa Francisco.
Hay otra hermana que se dedica a visitar
a los enfermos en sus habitaciones, muchas veces a raíz de peticiones
de los propios enfermos. Hay otra hermana que se encarga de coordinar el
voluntariado.
Actualmente contamos con unos 100
voluntarios, entre ellos algunos expertos del ámbito sanitario, jóvenes y
familiares de enfermos que han fallecido de cáncer y una vez superado
el duelo, se han incorporado como voluntarios y que iluminan con su
propia experiencia y testimonio.
¿Qué aceptación han tenido hasta ahora?
Nosotras siempre hemos sentido que la
labor en el hospital ha sido reconocida tanto por la dirección del
hospital y los trabajadores, como por los enfermos y familiares. Hemos
sentido mucho cariño de todo el pueblo de Castellón. En el hospital se
viven momentos de mucho dolor y mucho sufrimiento. Y en estos momentos
todos agradecemos palabras de aliento, de consuelo, escucha, espacio
donde compartir lo que sentimos… Por eso hemos intentado ser ese
aliento, ese consuelo y esa escucha.
Durante la guerra civil las hermanas tuvieron que salir del hospital y al terminar, volvieron a ser acogidas.
¿Por qué es importante la presencia de las hermanas en el hospital?
Vivir en el hospital nos facilita para
nuestra presencia sea más intensa, cercana e incondicional. Para las
hermanas no hay horarios. En cualquier momento que haya necesidad, se
hacen presentes, de día o de noche.
Hemos ido ocupando diferentes lugares en
el hospital en función de las necesidades de los enfermos y de la
organización del hospital y ése queremos que siga siendo nuestro
criterio. Desde el comienzo, nuestra madre fundadora pidió para las
hermanas un lugar sencillo, pero decoroso.
Estamos dispuestas a cambiar de lugar.
Nunca hemos elegido el lugar donde vivir, siempre hemos estado donde
donde nos han puesto, en función de las necesidades del hospital y de
los enfermos.
Si hoy las necesidades del hospital son
diferentes a la de hace unos años, estamos abiertas y disponibles a que
nuestra ubicación esté en otro lugar, siempre que reúna las condiciones
necesarias para que las hermanas puedan vivir con dignidad su vocación y
su misión.
¿De qué manera las hermanas son ese rostro de la misericordia de Dios?
Nuestros carisma es ser instrumentos de
misericordia y consolación. Las hermanas de la consolación queremos ser
como el buen samaritano. No pasar indiferentes al dolor de los hermanos.
A veces las heridas no se curan con medicamentos y con avances
técnicos, sino que también es necesario curar las herida del corazón,
las que producen la propia enfermedad y la que produce vivirla en
situaciones de soledad. Todos también sabemos la importancia que tiene
cuando uno está hospitalizado, la cercanía y la humanidad de quienes nos
tratan: el afecto, el cariño al tratarnos, más eficaz que otros medios.
El Papa Francisco nos invita a poder tocar las heridas de nuestros
hermanos y nosotras en el hospital tenemos muchas oportunidades de tocar
esas heridad y de vivir rostro a rostro con ellas, de cargar a nuestros
hombros a nuestros hermanos en esos momentos de vulnerabilidad y de
debilidad. Sentimos que el hospital es como una gran posada a la que el
buen samaritano lleva a los heridos en el camino y entonces nos encarga
que cuidemos de ellos.
Cuando recogemos a nuestros hermanos,
sentimos que es el propio buen samaritano el que nos los trae y tratamos
de cuidarles como lo haría él.
¿Qué sucede cuando quitamos a Dios del sufrimiento de las personas?
El sufrimiento sin Dios es vacío, el
sufrimiento con Dios es un camino de sentido. Es verdad que aceptar el
sufrimiento es difícil para todos. Sin embargo, encontrar una mano
amiga, un hombro donde llorar, una compañía, no evita el dolor pero sí
que lo hace más llevadero. Y eso es Dios: la presencia que nos capacita,
que nos fortalece para acoger el dolor con más serenidad y con más
sentido.
(Diócesis de Segorbe-Castellón)
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