2.5.18

La hora del sindicalismo nacional (La Tribuna de Cartagena)

El 1º de Mayo es una fecha especial para todo aquél que tenga una mínima sensibilidad social, pues se conmemora la lucha de los trabajadores de Chicago por la jornada laboral de 8 horas, una reclamación justa y necesaria que fue sangrientamente reprimida precisamente un 1º de mayo de 1.886. Por eso en todo el mundo esta fecha fue aceptada de forma casi unánime como Día del Trabajador.

Estamos en la España de 2018, pero lo cierto es que desde 1978 las condiciones laborales de los españoles se han ido degradando progresivamente, y si cierto fue que nuestros abuelos y padres vivieron una lenta pero constante mejora de sus condiciones laborales, igualmente cierto es que en las últimas décadas el proceso es el inverso: hoy los trabajadores tenemos menos derechos y garantías que hace unas décadas y las perspectivas para nuestros hijos son aún peores. Es decir, estamos volviendo poco a poco a condiciones cada vez más parecidas a las de aquél Chicago del Siglo XIX: salarios de miseria, necesidad de trabajar más horas (incluso sin cobrarlas), recortes sociales, pensiones más bajas, edad de jubilación cada vez más tardía, jóvenes –y mayores– con contratos basura, despidos más fáciles con indemnizaciones cada vez menores, más inseguridad laboral, etc., y todo ello facilitado por las constantes amenazas de deslocalización de las empresas y de importación de mano de obra inmigrante dispuesta a aceptar salarios menores y condiciones laborales más precarias que los de los españoles. Es decir, la globalización elimina barreras arancelarias, fiscales y de mano de obra, pero no para desarrollar los países empobrecidos, sino para generar una competencia desleal con la que rebajar costes en España –y en todo el mundo occidental-, lo que implica perder constantemente derechos laborales y sociales.

Los trabajadores necesitamos una Patria para defendernos del capitalismo global

Mientras que en el siglo XIX los capitalistas utilizaban el Estado para proteger sus negocios y la policía para reprimir a los trabajadores que reclamaban derechos laborales, hoy para ellos el Estado ha pasado a ser un obstáculo y prefieren la existencia de un mercado mundial digitalizado y sin barreras de ningún tipo: no quieren ni estados ni fronteras que les limiten sus suculentos negocios y sus economías de escala, aunque ello implique un retroceso en otros ámbitos. Es decir, dado que hoy vivimos en la era del capitalismo digital global, es necesario invertir ese proceso y para ello el Estado y las fronteras han pasado a ser las últimas defensas que nos quedan a los trabajadores para defendernos de las deslocalizaciones, de la competencia desleal y de la pérdida de derechos laborales y sociales.

Hoy los trabajadores necesitamos una Patria para defendernos del capitalismo global, recuperando nuestra Soberanía y garantizando nuestros derechos laborales y sociales, mientras que los capitalistas ya no quieren patrias y prefieren mercados globales, tratados de libre comercio y espacios económicos como la Unión Europea que ellos puedan controlar y que se impongan a las naciones, pues cuanto más alejados estén los centros de decisión del pueblo, menos control democrático hay y más fácil resulta para ellos mantener el control. Ellos son los que han secuestrada la Patria a través de los políticos que tienen bien comprados, y por eso los trabajadores necesitamos liberarla y hacerla nuestra.

Los trabajadores tenemos que tomar conciencia de nuestra lucha sindical en el siglo XXI ya no se enmarca en los viejos parámetros de los siglos XIX y XX, en la lucha de clases marxista ni en el internacionalismo trasnochado que, consciente o inconscientemente, trabaja en la misma dirección que el mundialismo liberal que nos ha llevado a esta situación; en esta época histórica la lucha sindical debe centrarse prioritariamente en combatir la globalización y en la defensa de las fronteras, de las patrias y de las soberanías nacionales. Sólo si recuperamos nuestra Soberanía Nacional (no sólo política y militar, sino también y principalmente económica y monetaria, pues en otro caso hablar de verdadera soberanía es ilusorio) de forma efectiva y construimos un Estado de y para los trabajadores, podremos afrontar esa tarea de defensa de los derechos que con tanto esfuerzo conquistaron nuestros mayores tras muchas décadas de lucha, porque si no hacemos nada ahora, cuando ya sea demasiado tarde serán nuestros hijos los que sufrirán la miseria que les estamos dejando… ¿Vamos a permitirlo?

¿Qué futuro les espera a nuestros jóvenes?; ¿qué educación reciben?; ¿qué tipo de empleo van a tener a lo largo de su vida?; ¿cuánto van a cotizar para poder tener una pensión digna? Gran parte de los jóvenes españoles están sin trabajo, carecen de una buena formación y de futuro, y en el mejor de los casos tienen empleos precarios, inestables y en régimen de semiesclavitud, sin apenas derechos laborales, con despido libre y gratuito. ¿Es eso lo que queremos para nosotros y nuestros hijos? ¡Es hora de levantarnos para decir BASTA!

Construir un nuevo sindicalismo:  el Sindicalismo Nacional

Es necesario denunciar, como hace el sindicato UNT, las dos causas principales de esta situación: un sistema económico perverso cuya dinámica nos lleva inexorablemente al empobrecimiento mediante la reducción de costes salariales y la labor destructora -por omisión- de los “pseudo sindicatos” del Régimen, CCOO y UGT principalmente, que actúan como “coartada sindical” del Sistema capitalista mundializador, al mantener controlado el descontento social con un discurso “pseudo
izquierdista” que no ofrece alternativa alguna y que en el fondo acata sumisamente todo lo que se plantea desde el poder a través de los principales partidos políticos, PP y PSOE (sin olvidar tampoco a los separatistas que amenazan con destruir la unidad de España, ni a esos “nuevos” partidos que son más de lo mismo): de todos ellos se sirven quienes en realidad mandan y ellos aceptan sin queja su papel de instrumentos de control social, para lo cual se sirven eficazmente de los medios de comunicación del Sistema. Por eso ningún partido político o “sindicato” del Régimen defiende ni la Soberanía Nacional (incluyendo la económica y monetaria, no lo olvidemos nunca), ni la Justicia Social frente al mundialismo capitalista. ¡Esa es la realidad y es necesario denunciarla!


Artículo publicado en La Tribuna de Cartagena
Tenemos que construir un nuevo sindicalismo, el Sindicalismo Nacional, y para ello hay que abandonar las filas de los falsos “sindicatos” del Régimen, cómplices de todas las reformas laborales pasadas, y hay que engrosar las filas de organizaciones verdaderamente nacionales y libres, como el sindicato UNT, para que se pueda luchar eficazmente por los principios de un verdadero Sindicalismo Nacional cuya prioridad sea la Justicia Social, tras la necesaria recuperación de nuestra Soberanía en todos los ámbitos, construyendo una economía al servicio del hombre y no permitiendo que, como sucede hoy, sea el hombre quien esté al servicio de la economía.

¡Es la hora del Sindicalismo Nacional!

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