10.9.06

EN MEMORIA DE UNOS CABALLISTAS OLVIDADOS: ROMANCE DE "EL GALLO"


A todos los que creen (y son muchos) que cualquier tiempo pasado fue mejor, les ofrecemos este romance inspirado en un personaje legendario de las "Entradas de Toros y Caballos", cuando eran un festejo autóctono.

Creado por el genio del pueblo, para disfrute de los segorbinos. Son una primicia de las inéditas "Memorias del Caballero de Espadán" que aparecerán en breve.

ROMANCE DE "EL GALLO"

Era de pocas palabras
venía del ochocientos
como Belmonte y El Gallo
y Joselito vinieron.

Se ve que al final de siglo
estaba Tauro en ascenso
y coparon el Zodiaco
las estrellas del Toreo.

En casa de labradores
nació para caballero.
Manuel le puso de nombre
el párroco de San Pedro
y en el acta de bautismo
-nombres de padres y abuelos-
a los Bolumar Ajado
los Clausich Marín se unieron:
cuatro apellidos humildes,
cuatro linajes del pueblo,
más por los cuatro costados
segorbinos de abolengo.

El mozo creció "gallito"
y pronto cambió en su atuendo
las vulgares "esparteñas"
por borceguíes camperos.
Cultivó porte y figura
y con ayuda del tiempo
se fue forjando su estampa
sin sacar los pies del tiesto.
Peinado a lo "pan y toros"
se dejó crecer el pelo
y marcaron su perfil
patillas a lo flamenco.
Nadie llevó ladeada
la gorra con más salero
ni más ceñida la faja
ni con más garbo el chaleco.

Entró por primera vez
los toros de jovenzuelo
y cumplidos los setenta
aún lo seguía haciendo.
En la historia de la Entrada
no hay corredor más longevo:
era un gallo con espuelas
-espolones para el pueblo-
que en la calle San Vicente
tenía su gallinero.

No aprendió nunca a leer,
su escuela fue el campo abierto
donde toros y caballos
ignoran el alfabeto.

Sobre la cabalgura era altivo y postinero,
pero en echando pie a tierra
era sencillo y modesto.

Vivió a su modo la vida,
entre cuernos y entre enredos
en una ciudad que al prójimo
le pide cuentas y cuentos.

Tuvo fama de Don Juan
hasta que murió de viejo
y no conoció otra mujer
con la epístola por medio.

¿Fue su afición a los toros
la que orilló el casamiento,
pues entonces las Entradas
sólo eran para solteros?
¿Quien lo sabe? La verdad
se esconde puertas adentro
y la llave puede entrar
la tiene el sepulturero.

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Este año se cumplen ciento once
años de su nacimiento,
fecha fija en que el olvido
retrocede ante el recuerdo.
En la plaza del Arroz
lo veo en el monumento,
cabalgando -para siempre-
como en sus mejores tiempos.


Fdo.: "EL CABALLERO DE ESPADAN"

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