Germán Reguillo Simón |
1.- Es la representación de la crucifixión de Jesús. Cicerón nos dice que era el más cruel y terrible método de quitarle la vida a una persona. La forma más vergonzosa y humillante de morir, ya utilizado por asirios, babilonios y fenicios. Muerte destinada a los esclavos y a los criminales. El suplicio servile como decía Séneca. Sabemos por los historiadores romanos Apirno y Floro que unos seis mil esclavos seguidores del tracio Espartaco fueron crucificados en las cunetas, entre Capua y Roma. Murieron aquellos parias de la tierra como los delincuentes, los criminales y los ladrones. Murieron como murió Jesús. Y Jesús con su muerte canallesca y humillante quiso glorificarles y honrarles. Devolverles su propia dignidad. Elevarlos a la condición de seres humanos…
2.- La cruz, solitaria o con El crucificado, transcendió incluso al cristianismo y se transformó en un símbolo universal de redención y liberación, de entendimiento entre los hombres. De identificación con los débiles y con los oprimidos. La máxima expresión simbólica de la cultura occidental. ¿Se puede entender Europa sin sus raíces cristianas? No es extraño que la Cruz Roja la adoptase como símbolo de la organización, o que los misioneros la lleven en vanguardia, o que en cualquier lugar del mundo occidental las cruces de término señalasen las rutas abiertas a los caminantes y a los peregrinos. Como no es extraño –entre cientos de ejemplos- que en los cementerios militares de Normandía miles y miles de cruces recuerden el sacrificio de los soldados que murieron por la libertad de Europa. La misma bandera del Reino Unido país democrático donde los haya simboliza las cruces de San Jorge (Inglaterra), Irlanda (San Patricio) y San Andrés (Escocia).
3.- En el mes de enero del año 1910, la negativa del alcalde Vila-real de quitar de la fachada del Ayuntamiento una pequeña placa del Corazón de Jesús –la historia hoy por muchos motivos se repite-, desencadenó una tormenta política de alcance parlamentario nacional. Un pequeño avance de la crispación causada por la placa de la madre Maravillas. Por esos tiempos se inauguró la Cruz del Bartolo. Los peregrinos de la Plana participantes en los actos programados tuvieron que ser protegidos por la Guardia Civil. Los que les atacaban eran los representantes de la razón y de la libertad; los progresistas del momento, para ser más claros. Durante la guerra civil se derribaron todas las cruces de término y en algunos pueblos, como sucedió en Torreblanca, se quitaron hasta los crucifijos de los nichos y de las sepulturas. Y se destruyó la citada Cruz del Bartolo. Y esto era una pequeñísima muestra de lo que realmente sucedió en toda la provincia y en toda España.
4.- Un excelente periodista natural de Alcalá de Chivert, Bort-Vela, comentarista del periódico República, órgano oficial del Partido Radical, allá por los años treinta, ponía el dedo en la llaga. Si el Estado llega al delito, la Iglesia llega a las conciencias. Y este era realmente el problema que les preocupaba y les sigue preocupando. Una cosmovisión materialista frente a una cosmovisión trascendente. ¿En que ámbitos puede llegar la Iglesia a las conciencias? Por ejemplo, la Iglesia defiende la paz y la resolución dialogada de los conflictos. Para la historia quedan las duras palabras del papa Juan Pablo II condenando la guerra de Irak. Pero entonces, los progresistas permanecieron muditos. La Iglesia defiende la vida y defiende la redención de los más humildes. ¿Quién está prestando más ayuda en estos momentos en España a los que sufren la plaga del hambre?
5.- Las conciencias que intenta orientar la Iglesia, desde el mismo seno de unas familias estables y unidas, son las conciencias de unos ciudadanos libres y honrados, dentro de una ecuación indiscutible: con mejores conciencias formadas en la tolerancia, en la libertad y en la solidaridad, y en las virtudes humanas y en las virtudes democráticas, menos código penal y menos cárceles y menos fuerzas de seguridad. Menos gasto. Y si las lesbianas, los pacifistas, los ecologistas, los homosexuales, los transexuales, los sindicalistas, ciertos actores, etc. levantan su voz en defensa de sus aspiraciones personales y de sus ideas políticas, ¿por qué a la Iglesia se le niega este derecho o se molestan ciertos políticos cuando se intenta ejercerlo?. ¿Acaso los cristianos no pagamos nuestros impuestos?. Y máxime, cuando los partidos políticos, como cauces de opinión, a veces, se quedan muy cortitos encerrados en la endogamia de sus propios intereses, ajenos a los dramas reales de los ciudadanos a quienes representan.
6.- Esta ola de terco y cerril, poco inteligente anticlericalismo pasará. Esperemos que pronto sea una efímera y molesta pesadilla. Quizás vengan otras olas mucho peores. Es posible. Pero en todo caso la cruz del galileo seguirá siendo un símbolo de liberación. Está escrito para quien quiera entender que así sucederá hasta el final de los tiempos.
7.- Solamente una formación cultural muy cortita permitiría afirmar que la Cruz del Parque Ribalta es un símbolo franquista. Esa Cruz lo único que recuerda es el testimonio martirial de unos castellonenses de izquierdas o de derechas que murieron por defender sus escalas de valores y que unos concejales de izquierdas o de derechas años más tarde quisieron rendirles el homenaje póstumo y ecuménico de la Cruz, bajo el signo de la reconciliación.
Germán Reguillo Simón. Doctor en Derecho
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