El último domingo de octubre es el “Día de las personas sin hogar”, coordinado por Cáritas española y alentado por nuestra Cáritas diocesana. El lema de este año reza “Comparte tu red, no dejes que se queden fuera de cobertura”. Quiere interpelarnos a todos para trabajar por integrar en la sociedad a las personas sinhogar. Se trata de generar una sociedad que mira y ve, que genera lazos y que se compromete a seguir trabajando para que toda persona pueda disfrutar de un hogar digno y adecuado, permanente y en paz, siendo parte de la vida social y comunitaria.
Todos estamos interpelados: las administraciones públicas, los medios de comunicación, la opinión pública, las organizaciones financieras y sociales y nuestra propia Iglesia, sus miembros y sus comunidades. El objetivo es alcanzar un compromiso común para que todas estas personas tengan un hogar.
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| Sin hogar en Segorbe / Foto E.I.S. |
Ante esta situación no podemos mirar hacia otro lado. Cada una de estas personas tiene un rostro, un nombre y apellidos. Las personas sin hogar no nos pueden
ser indiferentes, como ocurrió con el pobre Lázaro del evangelio. Porque no se puede estar tranquilo en casa mientras Lázaro yace postrado a la puerta; no hay paz en la casa del que está bien, cuando falta justicia en la casa de todos. Sabemos que el hogar es una condición necesaria para que el hombre o la mujer puedan nacer, crecer y desarrollarse; para que puedan convivir, trabajar, educar y educarse, o para que puedan construir una familia. No tener hogar es más que no tener una casa o vivienda digna; implica también verse privado de cosas fundamentales para el desarrollo de todo ser humano como son las relaciones personales, el sentido vital o el acceso a derechos fundamentales, como la atención sanitaria y otros.
Las personas sin hogar constituyen una categoría de pobres todavía más pobres, a quienes debemos amar y ayudar como el buen Samaritano; son nuestro prójimo. Estas están hoy en nuestro camino y reclaman ayuda para gozar de sus derechos, para recuperar su espacio legítimo en la sociedad y formar parte de un tejido comunitario donde cada una tenga siempre un lugar conforme a su dignidad de personas. Es posible y urgente acabar con estas situaciones de personas sin hogar.
Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón


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