
"Yo te diré…" sección de Juan E. Sanchís Girbés en el INFORMAL SEGORBINO
Título: "LOS 52 DE BALER Y LA APARICIÓN DE APARICI"
Inaugurar una columna para El Informal Segorbino es todo un honor. A tal señor, tal honor, suele decirse, y en ello estamos… Las cosas nunca ocurren por casualidad y sí por causalidad, nunca me cansaré de repetirlo… Hace casi una década que conozco a Vicent Aparici, en concreto desde sus tiempos de alcalde de La Vall d´Uixó. Allí, en esta ciudad que tal vez se merezca más literatura, pues se dan muchos factores para que así sea, desde la permanencia en los siglos del misterio telúrico de sus cuevas, donde se puede navegar con un Caronte que no nos lleva al infierno, sino a al paraíso subcutáneo del mundo, hasta la presencia masiva españoles llegados de todas las provincias durante los años 50 y 60, verdadera síntesis de España es La Vall, vaya que sí…
Pero viene a ser la cosa que Vicent Aparici tiene siempre en la mente muchos libros, aunque uno en especial: La libertad traicionada, un ensayo sobre siete personajes históricos del 98: Maeztu, Prat de la Riba, Ortega, etc… De esta circunstancia me enteré cuando pronuncié una conferencia en el Palau de Villel sobre Blasco Ibáñez y la Generación del 98, conferencia a la que asistió también Ramón Vilar, alcalde de Alfondeguilla (viva estampa de don Ramón María del Valle – Inclán )… que impresionaba y le daba al un aire de autenticidad noventayochesca verdaderamente insospechado.
Porque del 98 venimos todos con nuestras circunstancias, incluso la dictadura de Fidel Castro es hija del 98 y de un casi valenciano de Burjassot: José Martí. Yo me considero del 98 más que del 27, del 14, del 36 o incluso del 50, aunque me acerco con amor a los novísimos de Castellet, pero éste es otro tema y no hay por qué enredar.
España en el 98 no sólo perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas, sino que perdió el norte, luego rematado con otro gran desastre, el de Annual, en julio de 1921.

He estado barajando durante todo el día (ahora son las 5;30 de la madrugada) diversos nombres para la columna, como don Quijote cuando cavilaba cómo le llamaría a su caballo, hasta que dio en llamarle Rocinante. Yo como he pensado en “decirles” opiniones, cosas y asuntos, y he bebido en “mis fuentes” –incluso la Larga, que continúa- y, a la postre, he elegido el título de la famosa habanera de “Los últimos de Filipinas”: Yo te diré… por qué mi canción te llama sin cesar… Y lo he hecho así, seguramente como consecuencia de la aparación de Vicent Aparici estos días por Algimia y La Vall de Almonacid pues, entre charlas y recuerdos, me ha hecho retroceder en el tiempo casí una década, cuando disertaba sobre la necesaria inclusión del autor de Flor de mayo en el elenco de escritores de la llamada Generación del 98. Igual un día le paso a El Informal Segorbino la conferencia completa, para que la dé por entregas, y que me perdonen la verdad/vanidad mis enemigos, pero está publicada (y agotada) por la Real Academia de Cultura Valenciana y avalada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Todo se andará, pero la gesta de un puñado de españoles (52) en Baler (muy bien narrada por Manu Leguineche, en libro que me regaló el amigo Nicolás Hervás) que resistieron once meses entre los escombros de una iglesia en Baler (a 232 kms de Manila), por su cuenta y al margen de la rendición del Gobierno en París, el 10 de diciembre de 1898, tuvo su melancólica canción, y yo la asumo. De los trece que sobrevivieron a la guerra civil española, en 1945, tres de ellos se vieron recompensados con el grado de teniente honorario por haber luchado al lado de Franco. El tal caudillo a los idénticos del bando republicano no les dio nada. En el 2005, el ex ministro de Defensa José Bono les rindió, a los cincuenta y dos, público homenaje en Barcelona. Los descendientes solicitaron para todos la Medalla del Ejército. No sé si se les concedió o no, pero al menos la de Bono sí que fue una actitud ecuánime para con la más visceral de nuestras memorias históricas.
Y todo esto ha venido a colación, por ejercer mi memoria histórica estos días, como consecuencia de la aparición del vicepresidente de la Diputación, Vicent Aparici. Gracias, pues, a él, a los 52 de Baler (q.e.p.d.) y a todos los que estamos (valga la expresión) al pie del cañón. Empecemos… Y descuiden: ya les diré…
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