15.9.14

Con todo respeto...

Autor:Eduardo López Pascual
No acostumbro a escribir textos que deriven, no en debates serenos y juiciosos, sino en verdaderas discusiones de verdulería. Así que procuraré en este caso, donde me refiero a la muerte inesperada del Dueño del Banco Santander, al que con rodo respeto, evitaré cualquier relato miserable, pero que expone con claridad mi absoluta discrepancia con sus métodos y sus hechos estrictamente bancarios.

 Claro que como toda persona, y más en sus circunstancias, tiene en su haber algunas, varias, acciones de probada generosidad y ahí están sus apoyos al mundo deportivo, o al universitario, pero de ninguna manera se puede obviar su pertenencia a la oligarquía financiera, fría y sin concesiones, en un ejercicio basado como es la realidad bancaria, en los excesos impositivos de intereses y agobios a los necesitados de un crédito normal, en sencillas iniciativas familiares o profesionales.

 No voy a entrar, no quiero, en esa deriva infructuosa del insulto y el desprecio, sin embargo no puedo omiir y por eso callar, frente a la opresión económica a que se debe mayoritariamente las cuentas de resultados, siempre a favor del prestamista.

No es culpable, el señor Botín- que en paz descanse-, de ser único protagonista del abuso bancario, que solo formaba pate como ahora lo seguirá siendo de la mano de su hija, de esa e
structura capitalista que tiene en la banca su campo de extorsión y usura, malamente regulada por una vigilancia interventora de los responsables políticos, sin duda, cómplices de esta perversa situación.

Por supuesto, carece de sentido hoy, el relato denigrante hacia una persona fallecida, que fue fruto de la sociedad de su tiempo, una sociedad teñida por un neoliberalismo globalizado, que obliga a unas actitudes inevitablemente injustas, pero esto no resta a una crítica profundamente negativa a modos y maneras de practicar el mundo del crédito.
Emilio Botín

Santander, el banco, se ufanaba de conceder dividendos de película a sus consejeros, a sus directivos, y ocultaba bajo complicadas tablas de economía, la usura institucionalizada para el ciudadano normal de la calle, no hay más que ver, el interés a conceder, y el interés a cobrar. No hay color.

Así que con todo respeto, quiero reconocer incluso su bonhomía, pero rechazo su imagen como responsable máximo de una ventana bancaria. No creo en esa filosofía de la sociedad neoliberal, que permite la ruina y el desahucio, y que lamentablemente, él también la representaba. Y es tiempo de dar a cada uno lo suyo, por eso en los días de su fallecimiento, ni caigo en la descalificación extemporánea ni subiré a la adulación palmera y demagógica, porque como falangista respeto al hombre, pero rechazo su actividad profesional, al fin y al cabo, capitalismo puro y duro, mis antípodas.

Autor: Eduardo López Pascual

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