14.4.17

NOSOTROS, LOS CHURROS O LA VALENCIA MESTIZA

Por Germán Reguillo Simón 

 A mis siete u ocho años de edad solía acompañar a mi padre a comprar uva en las tierras de Estivella, Torres-Torres y Albalat dels Taronchers. En estos viajes pude observar que aquellos vecinos nuestros, tan próximos a Segorbe, hablaban una dulce y bella lengua que, por cierto, mi padre entendía perfectamente y que aquellas buenas gentes hablaban la nuestra , el castellano, con cierta dificultad. Todo ello no impedía una comunicación muy fluida y amable.

 En el mes de julio del año 1948 asistí por primera vez a un campamento del Frente de Juventudes, el “Sierra Espadán”, instalado en las cercanías del río Mijares y del Ermitorio de la Virgen de Gracia. A mis catorce años recién cumplidos la convivencia con muchachos que, normalmente, entre ellos hablaban en valenciano se hizo más intensa y cercana. Aún recuerdo con mucho agrado que en los fuegos de campamento, un flecha de Vila-real, llamado Gabriel Gascó, solía cantarnos una bonita canción en valenciano que se llamaba “El tío Pep...”.

En el año 1962, un viejo camarada mío, Joan Fuster, (cuando yo le conocí en Alicante en los actos conmemorativos de la muerte de José Antonio respondía por Juan, Juan de la Cruz, sin más complicaciones) publicó un libro titulado “Nosaltres, els valencians” (este libro en el año 1963, recibiría el premio “Lletra d´or). En el libro Fuster reivindicaba en base a la lengua catalana el destino natural de las tierras valencianas dentro de una comunidad lingüística más amplia llamada “Els paisos catalans”. Pero a Joan Fuster le salió un grano conceptual: ¿qué hacer con las ocho comarcas de habla castellana (Alto Mijares, Alto Palancia, Serranos, Rincón de Ademuz, etc.). El problema planteado, el antiguo falangista lo resolvió de una manera simple y expeditiva: nosotros, los churros y los otros valencianos castellano parlantes, simplemente, éramos “unos anexos sin importancia”(sic) que en modo alguno podía alterar la sustancia catalana constitutiva de Valencia. Así de redondo. Ellos solitos. Todo menos reconocer una realidad insoslayable. El carácter cultural marcadamente mestizo de todos los valencianos. Basta darse una vuelta por el mercado de los jueves o sentarse en cualquier terraza de Castellón, para percatarse de esta realidad.

 El problema adquiere caracteres más graves y transcendentes, cuando la lengua valenciana deja de ser un normal medio de comunicación y se transforma en un instrumento al servicio del imperialismo catalán separatista. El señor Eliseo Climent sabrá los miles de euros que recibe por tan desinteresada colaboración en la consecución de tan delirantes fines.

 ¿Y que pintamos los churros en todo este tinglado, cuando según Fuster, no pasamos de ser unos simples anexos sin importancia alguna?. La verdad es que contemplamos un poco atónitos las tesis pancatalanistas como si los valencianos castellano hablantes, que somos la mayoría, no existiéramos en esta tierra mestiza. Creo que es un grave error que choca con la realidad imperante. Y creo que algún día se hará oficial lo que hoy es real: que las dos lenguas coexisten en la calle normalmente y sin ningún tipo de problema ni de imposición.

 (No sé si será una leyenda. No lo sé. Pero suele afirmarse que nuestra condición de churros o más cariñosamente de churrets, procede de las dificultades fonéticas de nuestros antepasados parlamentarios cuando juraban en las Corts valencianas su condición de tales. Al parecer lo de juro, fonéticamente se parecía más a churro).

 De seguir mandando en Valencia los actuales dirigentes tan marcadamente pancatalanistas como el señor Vicente Marzá, y si los tribunales no lo impiden –en mi opinión como jurista y experto en derecho constitucional creo que lo impedirán- los churros que quieran acceder a la función pública valenciana podrán encontrarse con una baremación de méritos (entre ellos el conocimiento oral y escrito del valenciano) que supondrá una seria desventaja respecto a los otros valencianos que tienen un valenciano de cuna..

 El líder de Compromís, además ,no esconde sus viscerales objetivos políticos: antes de ser nombrado conseller declaró en la red que “Cataluña no será inependiente hasta que Valencia también lo sea”. No sé si semejante barbaridad ya ha sido borrada de la red. Pero en una entrevista concedida a Radio Terra y reproducida en el periódico “Las Provincias” se reafirmó en sus tesis: sin Valencia no hay independencia, sin desobediencia tampoco. Aunque matizó que ahora era imposible dar el paso de la independencia, pero pasito a pasito los que creemos en el Pais construiremos un puente con las mismas piedras a cada lado del rio Senia”. 

Y los churros hemos de tenerlo muy claro: hasta que no logren asimilarnos al nivel catalanista que pretenden los separatistas como Vicente Rovira no nos dejarán en paz. Tiempo al tiempo.

Germán Reguillo Simón
Doctor en Derecho

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