13.12.06

Sin harina todo es mohína.


Los analistas de prospectiva económica –que casi nunca aciertan- sostienen que la pezuña de la crisis económica (en cualquier caso mucho más moderada que en épocas anteriores) se podrá describir a mediados del próximo mes de febrero cuando los recibos de la luz, el agua, el aumento del transporte y servicios públicos comiencen a mermar de verdad el poder adquisitivo de los ciudadanos.

A lo que hay que sumar el imparable avance del precio de las hipotecas y, presumiblemente, el aumento del paro por mor de la paralización parcial del motor de la economía durante los últimos lustros, esto es, el ladrillo.

¡Ahí quiero ver yo a Zapatero y a sus muchachos, bailando en esa cuerda!

En los países serios, además de las cosas de comer, con las que no se juega –desde la unidad nacional y los valores permanentes-, se cambia de caballo cuando la cebada no abunda. De ahí que, en mi modesto entender, las previsiones electorales del PSOE y del conjunto de la izquierda no sean negras. Porque no lo son.

Mientras los ciudadanos puedan permitirse el lujo de "puentear", tirar de tarjeta, comprar a crédito y mantener el insostenible nivel de vida, "¡Viva Cartagena!". Lo vengo escribiendo desde hace muchos meses.

El Partido Popular, que no es capaz de recordar que el "milagro español" fue esencialmente económico durante su mandato, tiene ahora la gran oportunidad ante su Conferencia Económica y Social de trasladar a la ciudadanía sus recetas para hacer que el crecimiento macroeconómico –que es real- no sea flor de un día o se apague a cualquier hora como una mala vela de cera.

Dos grandes y sesudas publicaciones británicas, The Economist por un lado y The Financial Times por otro, han merecido en la última semana la atención de nuestro país.

El semanario le ha propinado una bofetada extraordinaria a Mariano Rajoy sobre la base de que no sabe hacer oposición, pero sobre todo porque no ha sido capaz de adaptarse a las nuevas circunstancias y cincelar su impronta en la formidable formación política que es el Partido Popular.

The Financial Times ha ido más allá. Acusa a Rodríguez Zapatero de ahuyentar las inversiones extranjeras en España justo en el mismo momento en que importantes corporaciones españolas salen del país para conquistar los difíciles mercados europeos.

Costes laborales elevados (alguna vez alguien debería fijar su atención en el triste papel de los sindicatos en España, totalmente apesebrados y haciendo el trabajo sucio a la izquierda política, ¡por precio, naturalmente!), dependencia energética, ausencia de I+D, talentos en la emigración, una cierta inseguridad jurídica (OPA de E.ON), elevados impuestos y en general pésimo panorama atractivo para ganar dinero.

Sin inversión no hay empleo. Sin empleo no hay riqueza ni distribución de la misma. Sin harina todo es mohína.

2007 se presenta así como un año de incertidumbre y de miedo.

¡Ojalá me equivoque!

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