Imagine a un niño de diez años levantándose a las seis de la mañana todos los días de la semana. No para jugar, sino para ir a trabajar. Y no para trabajar en una oficina o un lugar cómodo, sino para trabajar en una mina de cal. Vive en la misma mina, en unos barracones donde come y descansa poco, de forma que ni siquiera sale del recinto donde trabaja durante doce horas al día bajo el sol. Si no enferma por la inhalación de polvo, puede trabajar durante una semana por el equivalente a 30 euros.
Esta historia podía suceder en las novelas de Charles Dickens, en el siglo XIX, pero también está sucediendo ahora mismo.en muchos lugares del mundo y con varios millones de niños como protagonistas.Actualmente, hay casi 2.200 millones de menores de 18 años en todo el mundo, y 616 millones de ellos son menores de 5 años.1 Si a los niños se les suman los jóvenes, se llega casi a la mitad de la población mundial. Del total de niños en todo el mundo, alrededor de un 10 por ciento los aportan los países desarrollados. El 90 por ciento restante, los países en vías de desarrollo o los países menos adelantados.
Más de 218 millones de niños de entre 5 y 14 años de edad están obligados a trabajar en todo el mundo. Uno de cada seis niños de todo el mundo de entre 5 y 17 años es explotado
laboralmente de alguna forma. Una serie de causas hacen que estos niños se vean obligados a trabajar en las peores condiciones y en labores que muchos adultos rechazan.
La necesidad de ayudar a los ingresos familiares es la razón más común para que los niños trabajen. La pobreza de millones de familias empuja a utilizar como mano de obra a todos sus miembros disponibles para intentar sobrevivir, y esto incluye a los niños y niñas tanto de países desarrollados como en vías de desarrollo.
El trabajo infantil es un problema que afecta no sólo a los derechos de los niños, sino también un síntoma de que los mecanismos de sostenimiento de una sociedad no están
aún desarrollados. Eliminar el trabajo infantil es fundamental para garantizar una sociedad libre, próspera y que respete los derechos de las personas más vulnerables.
Miguel Ángel Poyo Urbita
Comunicación Falange Castellón FE de las JONS
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