4.3.17

Hablar español es malo para la salud

Nunca sabremos agradecer todo lo que nuestros gobernantes autonómicos hacen por nuestra salud. Y no me estoy refiriendo a la Consejería de Sanidad, eso sí, Universal, que con tanta alegría económica (véase Hospital Provincial) ‘politiquea’ la Sra. Montón.

Luis Cisneros
Ustedes se preguntarán qué es eso de ‘politiquea’. Pues yo se lo explico, para el Sr. García, concejal, entre otras cosas, de Normalización Lingüística, se trata de hacer política, y no de gestionar adecuadamente una Consejería. O sea que son más importantes los objetivos políticos, que el adecuado funcionamiento de la sanidad. Así nos ha ido con los despidos del Hospital Provincial.

Volvamos a lo nuestro. Desde la imposición más cainita pero, eso sí, revestida de dos palabras, normalización lingüística, tras las que se esconde la marginación y posterior desaparición del idioma español, estamos asistiendo al expansionismo y a la obligación de que el catalán sea la única lengua oficial en nuestros lares.

Ya sé que ellos le llaman ‘valenciano’, son maestros en el arte de encontrar palabras que digan lo contrario de lo que quieren expresar. Me recuerda el título de una comedia de 1993, dirigida por Manuel Gómez Pereira e interpretada por Verónica Forqué y Jorge Sanz, en sus papeles principales. Su nombre era ‘¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?’. Pues en este caso ocurre lo mismo. Es una lengua y la denominan con otro nombre, imagino que para no espantar al electorado.

Pruebas las hay, y varias, y muy ilustrativas. Las mismas tienen como nexo de unión la ausencia del idioma oficial en todo nuestro país, el cual se margina sistemáticamente a la espera de que decreten su total prohibición. Posteriormente, pasarán a consumar la desaparición del valenciano para convertirlo en catalán. Tiempo al tiempo.

Lo curioso del caso es que el Sr. García, sin ningún rubor, manifiesta claramente que el idioma español no se margina y que está garantizado su uso y enseñanza en la escuela pública. Una de dos o no ha pisado un colegio desde que finalizó sus estudios, o es un mal imitador de Leo Harlem.

El que más o el que menos tiene familia en edad escolar y puede comprobarlo. En el caso de mis nietos, que van a escuela pública, sólo tienen una asignatura de ‘castellano’ y el resto todo en ‘catalano-valenciano’. Y lo mismo ocurre en el resto de las enseñanzas y no digamos en la Universidad, donde hay que respetar que el profesor imparta la clase en catalán, pero el alumno no tiene derecho a recibirla en español. Esto no lo superaría ni Torquemada.

Veamos más ejemplos. Recientemente se inauguró el nuevo edificio que, el Estado Español ha regalado a la ciudad de Castellón y donde estaba la Delegación de Hacienda. El nombre del edificio, cómo no, es Menador y es un centro cultural, de formación y conocimiento, gestionado por La Universidad Jaime I y el Ayuntamiento.

Si son ustedes capaces de encontrar algún rastro, por pequeño que sea, del idioma común a todos los españoles en la cartelería, señalotecnia, donde sea se pueden llevar al premio a la Utopía del Siglo XXI. Además, para mayor alegría de los gestores por el cambio, en la segunda planta se encuentran los despachos cedidos para sociedades o entidades claramente catalanistas. Y, faltaría más, la tercera planta está dedicada a la Normalización Lingüística municipal.

No busquen algún espacio reservado para los hispano hablantes, no existe. Podrían haber cursado, aunque sólo sea porque el Estado Central les ha donado el local, una invitación al Instituto Cervantes para que colocara una pequeña dependencia que velara por la normalización lingüística del español.

Si a esto le añadimos que nuestro concejal se ha volcado en la salud de los más pequeños para que, desde incluso antes de nacer, empiecen a acostumbrarse al idioma impuesto, para lo cual entrega (bueno él no, las matronas) los famosos kits para recién nacidos donde se les inculca la necesidad de hablar valenciano (catalán), nos daremos cuenta que estamos ante el hecho de negar la libertad de los padres y los niños para elegir el idioma en el que se quieren desarrollar.

Me gustaría que alguien, al margen de los Torquemadas que manejan el cotarro, supiera explicarme, de manera coherente, por qué un Ayuntamiento se inmiscuye en un tema, como es el idioma, cuando hay que pensar que tiene otras cosas más importantes que hacer. ¿O no?

 No suficiente con esto, están las subvenciones por escribir en catalán, que la Corporación quiere entenderse sólo con las empresas que lo redacten todo en catalano-valenciano y muchas más acciones tendentes a la erradicación del idioma de Cervantes. Con lo fácil que sería hacer un reparto equitativo de las dos lenguas.

Por eso llego a pensar que, lo que el Sr. García pretende es que, en vista de que él ha llegado a la conclusión de que el español es perjudicial para los castellonenses, y con el objeto de velar por nuestra salud, quiere imponer el refrán ‘muerto el perro se acabó la rabia’. Todo menos destapar sus cartas y reconocer públicamente cuáles son los objetivos finales que persiguen.

Yo sí que estoy orgulloso de ser español y hablar español. ¡¡VIVA ESPAÑA!!

Luís Andrés Cisneros

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